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Mis vecinos se burlaban de mí y decían: «La vez pasada lo estuvieron buscando para matarlo por hacer eso, y se escapó; ¡y todavía no tiene miedo! ¡Ahí está otra vez enterrando a los muertos!»

Esa noche me lavé bien, salí de mi casa y me acosté junto a la pared de fuera con la cabeza descubierta porque estaba haciendo calor. 10 No sabía que sobre la tapia, encima de mí, había unos pájaros, los cuales dejaron caer excremento caliente en mis ojos, y me salieron nubes en ellos. Fui a consultar a los médicos para que me curaran; pero mientras más remedios me untaban, más ciego me iba quedando por las nubes en los ojos, hasta que perdí la vista por completo. Cuatro años estuve sin poder ver. A todos mis parientes les dolía verme en ese estado, y Ajicar me cuidó durante dos años, hasta que se fue a Elimaida.

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